La verdad sobre el suicidio adolescente

¿Cuál es la verdad sobre el suicidio adolescente? Esta semana encontraron el cuerpo de otra adolescente que decidió quitarse la vida. Otra vez.

Noticias así son tan frecuentes que las estamos normalizando. Adolescentes flojos, que no saben afrontar la frustración, malcriados a los que se le da todo y a la mínima tiran la toalla…

Estos son los mensajes violentos que quieren justificar lo injustificable.

¿Y todo para qué?

Para no hacer la reflexión o para no afrontar la realidad de que todos somos cómplices y la empeoramos cada día más.

No es normal que los niños agredan unos a otros. Y no es normal que haya agresores infantiles o adolescentes. Tampoco es normal que haya víctimas de sus propios amigos por burlas o descalificaciones para aparentar o para pertenecer.

Es la realidad pero no es normal.

En mi época también pasaba. Yo fui esa adolescente también. El suicidio pasó muchas veces por mi cabeza. Muchas. Pero no es cosa de adolescencia.

El suicidio pasó muchas veces por mi cabeza a lo largo de mi vida, en los momentos oscuros. Y todavía pasa.

Siempre es una opción para mi y siempre lo será.

No es algo que les pasa a los adolescentes es una sensación de no ser suficiente, de no estar hecha para esta vida, de no encajar, que nunca se va y que se generó mucho antes de la adolescencia, en nuestra primera infancia.

Los mensajes que recibimos de nuestra familia, de nuestros propios padres: encaja, encaja, encaja traducido en comparte, pórtate bien, obedece, haz los deberes, así no, no pegues, no te vistas así, date prisa, traducido:

NO SEAS TÚ, PORQUE SER TÚ ESTÁ MAL

Así arrojamos a nuestros hijos al las fauces del abuso.

Y nuestros hijos se encuentran en uno de estos dos caminos: el abusón o el abusado, las dos caras de la misma moneda: encaja, encaja, encaja… sobresal, pórtate bien, sé alguien importante, lo que sea pero no seas tú, porque ser tú está mal.

Y ahí les dejamos, completamente solos.

Y luego nos preguntamos por qué pasan estas cosas. Cuál es la verdad sobre el suicidio adolescente


¿Por qué están solos?

Porque si yo que soy su madre o su padre no acepto quién es tal y como es, si no puede ser él o ella misma ni en su casa, si tiene que entrar por la puerta escondiendo quién es, entonces está completamente sola.

Yo no estoy ahí para él o ella y lo sabe.

Con 14 años ya sabe mi opinión sobre las cosas que pasan. Ya sabe que si no hace la tarea me enfadaré, ya sabe que si se toma la justicia por su mano le castigaré, sin preguntar, sin preocuparme qué está pasando en su mundo, quién es o por qué hace lo que hace.

Así que está solo, está sola. Está desesperado. “Sabe” que no está bien tal y como es. Quiere encajar, hacer las cosas “bien” como le hemos dicho. Y no es capaz. ¿Entonces qué?

Entonces el mar.

¿Qué puedes hacer?

Esperar a los 14 años es demasiado tarde. Demasiado tarde. La relación con tu hijo o hija, tiene que crearse desde el minuto que ve la luz para que seas tú su persona de confianza.

Tienes que ser esa persona. No vale con que te intereses un día, no vale con que le preguntes.

Y eso no significa que le des todo ni que tampoco no le pongas límites. Nada más lejos de la realidad. Significa que le enseñes cómo funciona la vida y te pongas a un lado para dejarle experimentarla, que le acompañes y le aceptes tal y como es.

Yo sé que quieres lo mejor para tu hija o hijo. Lo sé. Y también sé que haces todo lo que haces por amor. Lo sé. Me consta.

Pero haz tú hoy la reflexión, toma consciencia de qué estás haciendo, cuáles son tus mensajes con tus hijos: ¿Se sienten comprendidos? ¿Te cuentan las cosas? ¿Les has demostrado hoy que no hay nada más importante que ellos? ¿Les has dicho hoy lo valiosos que son?

Hazlo cuanto antes, cuanto más pequeños mejor.

Y luego pide ayuda.

Y luego cambia.

Descanse en paz


Eva Martínez, Coach de mamás

Por qué son necesarios los comportamientos inadecuados de los niños

 

El comportamiento de nuestros hijos es como con las estaciones del año: es posible que nos guste más una estación que otra. Pero lo que se nos olvida casi siempre, en ambos casos, que recordar que todas las estaciones y todos los comportamientos, nos gusten o no, son necesarios.
 
Enfadarse es bueno cuando siento que alguien pasó mi límite. No obedecer está bien cuando la regla me parece injusta, estar triste es saludable cuando siento una pérdida.
 
Los adultos nos sentimos muy incómodos cuando nuestros hijos expresan emociones que a nosotros nos parecen inadecuadas.
 
Pero tenemos que entender que ellos están expresando lo que sienten. Y eso siempre está bien.
 
Nuestra labor es ayudarles a entender lo que pasa, a leer las intenciones de los otros, a ponerse en su lugar o formas más adecuadas de expresarse. Lo que corresponda en cada caso.
tenemos que entender que ellos están expresando lo que sienten. Y eso siempre está bien.
Es es nuestra función. Así les enseñamos cómo manejarse en la vida. No debemos frustrarnos con ellos porque simplemente están aprendiendo y experimentando.
 
Y ciertamente hay muchos adultos que ya deberían o deberíamos haber llegado a ese punto de madurez que, a veces, exigimos inadecuadamente a los niños, y no lo hemos hecho.
 
Comencemos por adecuar nuestras expectativas sobre los comportamientos de nuestros hijos. Sigamos enseñándoles con el ejemplo, no con palabras o exigencia el comportamiento aceptable y correcto. Mostremos nuestras emociones de forma saludable. Y todo estará bien con ellos.
 
Yo te ofrezco mi ayuda, a través de mi Asesoría de crianza, para que estés segura de en qué punto se encuentra tu hij@ y de qué forma puedes ayudarle.
 
Por tu felicidad y la suya.
 
¡Feliz primavera y otoño!
 
PD: Puedes ver aquí cómo una Asesoría de crianza puede darte la seguridad y las herramientas que necesitas para la crianza de tu hij@

El peor error que podemos cometer con el apego

 

El apego, o la crianza con apego es tan amada como odiada. Uno de los factores que le “reclama” injustamente es que criar con apego o facilitar un apego seguro es “sobre proteger” a nuestros hijos. En muchas ocasiones oigo “apego sí, pero en su justa medida” o “apego pero sólo en ocasiones”.

El apego no es sobre proteger, al contrario. Si nuestro hijo ha desarrollado un sistema de apego seguro, más pronto que tarde, sobre los dos o tres años, nos demandará independencia. Querrá hacer todo solo, le molestará que no le tomemos en cuenta para vestirse, decidir qué comer o cuando irse. Este comportamiento, que a veces es tan incómodo, es sumamente necesario para su desarrollo y es síntoma de que está desarrollando un sistema de apego seguro. 

La mayor confusión sobre la crianza con apego

A las mamás del apego muchas veces nos tachan de sobre protectoras. Y es posible que tengan algo de razón. Proteger y cuidar son dos aspectos cruciales para facilitar un apego seguro, pero también es cierto que para que éste tipo de apego se de, se necesita de otro aspecto igual o más importante: el desapego o facilitar de la autonomía de nuestro hijo. Para fomentar un apego seguro no debemos dedicarnos solamente proteger a nuestro bebé

girl-101690_1280

Cuando un bebé es demandante con su mamá es porque se siente inseguro. Esto ocurre, durante los primeros meses siempre que se encuentra lejos de su mamá (física o emocionalmente) y sobre todo se acentúa cuando empieza a sentir la famosa angustia por separación, hacia alrededor de los nueve meses.

Para fomentar un apego seguro no debemos dedicarnos solamente proteger a nuestro bebé

Es entonces cuando la respuesta correcta de una mamá es cubrir la necesidad de seguridad de su bebé protegiéndolo. Hasta aquí vamos bien. El problema es que esta experiencia nos hace sentir que fomentar un apego seguro va solamente de proteger. Y es así, pero sólo en parte. Lo cargo, lo arrullo, duermo con él, me separo lo mínimo imprescindible. Esto es importantísimo para asegurar un desarrollo óptimo del bebé, pero no es suficiente.

La realidad es que el apego seguro significa cubrir la necesidad o la demanda de mi bebé y eso a veces es protegerlo (cuando se siente indefenso) pero otras veces es dejarlo experimentar por sí mismo, cuando esa es la demanda de su sistema de exploración.

Los seres humanos somos curiosos por naturaleza, yo diría más: por supervivencia. Nacemos tan vulnerables, que para aprender a ser autónomos debemos conseguir el máximo de experiencias posibles para conseguir sobrevivir más adelante. El único freno a esta necesidad de exploración que la naturaleza nos da es la búsqueda de seguridad. Por eso los sistemas de apego y de exploración son excluyentes: si estoy inseguro (es decir, no está mi mamá) entonces se activa mi sistema de apego y lloro y hago lo que sea hasta que vuelva. Pero si ya me siento seguro (porque está mi mamá o el entorno es conocido) entonces se activa mi sistema de exploración y mi capacidad de aprendizaje es máxima.

Si quieres que tu hijo explore, se estimule, aprenda y desarrolle todo su potencial no tienes que llevarlo a clases de estimulación temprana, sólo tienes que facilitar un apego seguro en él.

Esta dualidad apego/exploración ocurre de forma alternativa. Tu hijo te va mandando señales desde los primeros meses de vida de que quiere que estés a su lado para poder comenzar a explorar el mundo por sí mismo. Y así debe ser. Esa es la primera señal de que lo estás haciendo bien, porque sin seguridad no hay exploración.

La clave está en responder a lo que tu bebé te demanda

El problema entonces es que las mamás nos quedamos aferradas a la idea de que nuestra misión es proteger y sin darnos cuenta, lo que estamos haciendo es dificultar la exploración en lugar de fomentarla. 

El fin último del apego es facilitar el desarrollo del máximo potencial del bebé

Para que se de un sistema de apego seguro en tu bebé lo que debemos hacer es responder de forma adecuada a sus demandas y convertirnos en una base segura para su exploración. Ser una mamá lo suficientemente buena por decirlo en palabras del experto psiquiatra infantil e investigador Donald Winnicott.

El fin último del apego es facilitar el desarrollo del máximo potencial del bebé. Para eso debemos darles seguridad y eso a veces es proteger pero otras veces es dejarlo experimentar. ¿Cómo se cuándo dar una y cuándo la otra?

Ellos siempre nos dan la respuesta. Aun cuando no habla, llora, se enfada, protesta, y cuando ya sabe hablar dice “NO”, luego aprende a decir “yo solo”. O intenta subirse una y otra vez a ese lugar tan alto que a mi (mamá) me da tanto miedo. Si te fijas, hay mil oportunidades en un día en las que nos pide que le dejemos aprender por sí mismo. Lo único que tienes que hacer es fijarte, observar qué pide en cada momento.

…déjalo explorar, esa es la única forma de que se convierta en un adulto seguro consciente de sus propias capacidades.

Entonces, ¿dejo que se suba y que se caiga? Sí y no. Deja que se suba, pero no dejes que se caiga. No le ofrezcas ayuda hasta que te la pida (a su manera), pero colócate o coloca algo en un lugar estratégico para que si se cae no se haga daño, deja que coma algo que no le va a gustar pero que no le haga daño.

Hay límites, claro que sí. Son los límites lógicos que todas las mamás sabemos cuando poner. Pero si no se va a hacer daño, o el daño va a ser mínimo, déjalo explorar, esa es la única forma de que se convierta en un adulto seguro consciente de sus propias capacidades.

Si descubriste algo, si encontraste algún aprendizaje o algo que te gustó en esta entrada, ayúdanos a difundir el mensaje regalándonos un “me gusta” y compartiendo en tu red. También me encantará conocer tu experiencia en este sentido y tu opinión abajo en la parte de comentarios.

Mi bebé no se despega de mi

Muchas veces las mamás me preguntan qué pueden hacer para que sus bebés dependan menos de ellas. O incluso qué están haciendo mal para que sus bebés se comporten así. “Mi bebé sólo quiere estar pegado a mi y ya no se qué hacer. Es demasiado para mi”.

Estoy segura de que es demasiado. Para mi también lo es a veces. Pero en este asunto hay un par de conceptos que están mezclados y no nos ayudan a llevar la situación de manera equilibrada. Este post pretende clarificar esto con el objetivo de que nos ayude a comprender primero para poder actuar de forma más adecuada después y aprender a llevarlo mejor.

Tu bebé es normal

 

Esa es la idea clave que quiero que te lleves. Somos mamíferos. Los mamíferos necesitan a sus mamás en los primeros meses de su vida para sobrevivir. Por eso la naturaleza nos proporciona de un sistema que garantiza nuestra supervivencia en esos primeros meses en los que somos vulnerables. Ese sistema se llama sistema de apego.

… la naturaleza nos proporciona de un sistema que garantiza nuestra supervivencia en esos primeros meses en los que somos vulnerables. Ese sistema se llama sistema de apego.

El instinto de apego es el que ha hecho que los seres humanos no nos hayamos extinguido ya que somos de los mamíferos más indefensos por más largo tiempo del planeta. El sistema de apego sirve para garantizar que alguien va a cuidar de nosotros hasta que podamos valernos por nosotros mismos. Es la garantía de nuestra supervivencia. Además nos enseña ser seres sociales, un punto muy importante también para garantizar la vida. Por eso el sistema de apego es vital para poder mantener relaciones satisfactorias.

El bebé nace con un instinto de supervivencia que le obliga a apegarse a la persona que se encarga de cuidarlo, es decir, la que pasa más tiempo con él. La naturaleza también le da un instrumento para que su mamá no se separe de él: el llanto. Esta obsesión por estar con la mamá suele ser relativamente aceptable para ella durante los primeros meses de vida del bebé. En primer lugar porque es socialmente aceptable que esté junto a él la mayor parte del tiempo y en segundo lugar porque el bebé tiene ratos en los que no es totalmente consciente de que su mamá no está (cuando duerme o cuando está distraído con alguien o con algo). Esto es así porque los primeros meses el bebé no tiene la maduración neurológica suficiente como para darse cuenta de que él es una persona separada de lo que le rodea. Se siente seguro porque la incipiente sensación de sí mismo que recién experimenta incluye a su mamá como parte de él.

El bebé nace con un instinto de supervivencia que le obliga a apegarse a la persona que se encarga de cuidarlo, es decir, la que pasa más tiempo con él.

El problema viene cuando entre los seis y los nueve meses el bebé empieza a darse cuenta de que su mamá y él no son la misma cosa o persona. Entonces da comienzo el periodo donde se da la llamada “angustia por separación” del bebé y no es ni más ni menos que este se da cuenta de que su mamá es una persona diferente de él y, por tanto, empieza a comprender que su mamá puede irse y dejarle sólo, lo que para él significa la muerte. No es que “piense” que se va a morir. Es que lo “sabe”, lo siente en lo más profundo de su ser. Entonces, su instinto de supervivencia toma el control para hacer lo que sea necesario para que su madre regrese, lo calme y el bebé pueda retomar su estado tranquilo normal.

… los primeros meses el bebé no tiene la maduración neurológica suficiente como para darse cuenta de que él es una persona separada de lo que le rodea

No se si alguna vez has sentido que ibas a morir. Aunque fuera por un instante. Si no lo has sentido, sólo imagina por un momento que de repente entra alguien por la puerta, te pone una pistola en la cabeza y te dice que te va a matar. ¿Estresante no? Pues así es como se siente tu bebé cuando tú desapareces de su vista. ¿No llorarías, reclamarías perdón, o todo lo que fuera necesario para que esa persona quitase la pistola de tu cabeza y se fuera? Pues eso es lo que va a hacer tu bebé.

¿Qué significa todo esto? Pues que si tu bebé solamente quiere estar contigo a todas horas y si te vas llora, berrea y patalea como si le estuvieran matando, es porque tu bebé está perfectamente sano, que su sistema de apego contigo es seguro, normal y saludable. Su desarrollo neuronal es perfecto. ¡Enhorabuena!. Son grandes noticias para los dos.

Si tu bebé es demandante y tú eres capaz de cubrir sus expectativas de seguridad y comodidad tendrá una base segura suficiente para explorar el mundo, aprender y desarrollarse neurológicamente de manera adecuada.

Los bebés que no quieren estar pegados a sus bebés, pueden ser comunes pero no son normales. Puede parecer que todos los bebés son así menos el tuyo, pero te aseguro que eso no es deseable. Esto se debe a que el sistema de apego que han establecido con su mamá no es seguro o que no han establecido un sistema de apego con ella en absoluto. Es posible que tengan un sistema de apego seguro con otra persona o cosa, pero con su mamá no.

Pues que si tu bebé solamente quiere estar contigo a todas horas y si te vas llora, berrea y patalea como si le estuvieran matando, es porque tu bebé está perfectamente sano, que su sistema de apego contigo es seguro, normal y saludable.

Esto puede pasar por dos motivos: uno es que no estén la mayor parte del tiempo con su mamá, con lo que no la identifican como tal, como su cuidadora principal y no se apegan, o porque si pasa tiempo con él no lo reconforta de manera adecuada, con lo cual el bebé o ha renunciado a que su madre lo vaya a cuidar y mantener seguro o lo que es peor, la ha identificado como una amenaza.

Ninguna de estas situaciones son deseables, pero la más perjudicial es la segunda. En el primer caso, aunque el bebé no establezca un sistema de apego seguro con su mamá puede establecerlo con otra persona de forma saludable. Un cuidador que puede ser su abuela o una persona externa que le de una respuesta adecuada a sus demandas y le proporcione una sensación de seguridad suficiente hará que el bebé siga un desarrollo normal y sea psicológicamente sano en el futuro. El único inconveniente de esta situación es que esa persona sea constante en su vida y no desaparezca de repente o cambie constantemente. Esto podría dañar el sistema de apego básico del bebé.

…aunque el bebé no establezca un sistema de apego seguro con su mamá puede establecerlo con otra persona de forma saludable.

El segundo caso, en el que el bebé renuncia a su cuidador principal como una referencia segura, puede dar lugar a trastornos psicológicos en el futuro ya que el bebé se verá obligado a desarrollar una forma adaptativa de sentirse seguro que utilizará en las situaciones estresante. El problema con esto es que normalmente esa forma de encontrar seguridad será una herramienta que usará con rigidez en todas las situaciones de su vida, y puede que en algunas le ayude pero que en otras le perjudique.

La segunda razón por la que un sistema de apego no seguro no es deseable es que determinará la forma de vincularse con otras personas el resto de su vida, también tendrá un efecto negativo en su autoconfianza y en la confianza en los demás.

Si tu bebé es demandante y tú eres capaz de cubrir sus expectativas de seguridad y comodidad tendrá una base segura suficiente para explorar el mundo, aprender y desarrollarse neurológicamente de manera adecuada. También aprenderá que puede confiar en sus propias capacidades y en las personas. Esto es lo que todas queremos para nuestros bebés. El problema es que las demandas son tan absorbentes y tan continuas que nos resultan asfixiantes y nos dan ganas de abandonar.

…un sistema de apego no seguro no es deseable es que determinará la forma de vincularse con otras personas el resto de su vida, también tendrá un efecto negativo en su autoconfianza y en la confianza en los demás.

Qué hacer para poder sostener la necesidad de apego de mi bebé

 

Tengo que confesar que cuando mi bebé se pone tan demandante a veces me gustaría irme y no volver. Otras veces siento que me está atacando, que me maltrata y me agrede y me siento un impulso muy grande de defenderme. En esos momentos tengo la sensación de que me hace la vida imposible. Entonces la situación me sobrepasa y pierdo el control.

Esto es así y nos pasa a todas las mamás. No existe la mamá amorosa cuando nos sentimos sobrepasadas y agredidas. Entonces es nuestro instinto de supervivencia el que se activa y nuestro propio sistema de apego (el que desarrollamos con nuestra mamá) toma el control. No es una excusa, es nuestra biología. Con esto quiero decirte que tú también eres normal, que nos pasa a todas y que realmente es demasiado. No es demasiado para ti, es demasiado para todas.

No existe una sola solución. Hay muchas soluciones posibles, porque cada una tiene que encontrar la suya propia. Yo te puedo dar ciertas pautas para que pruebes qué es lo que te sirve a ti. Pero sobre todo recuerda lo importante que es para tu bebé que hagas este esfuerzo y que es posible encontrar un equilibrio. Esta fase pasará pronto, como todas, como el embarazo, el parto, los cólicos y los problemas de lactancia. Todo pasa. Te aseguro que cuando tu hij@ tenga unos años más no querrá que le beses en público. Aprovéchate ahora ?

Aquí te escribo unas cuantas ideas que me han servido a mi. También me gustaría que me ayudases a apoyar a otras mamás si escribes en los comentarios qué te sirvió a ti.

 

¿Qué hacer si las demandas de mi bebé me sobrepasan?

 

  1. Reduce tus obligaciones. El enemigo número uno de la mamá no es el bebé, son el resto de tareas y obligaciones. Yo se que no se pueden eliminar totalmente, pero seguro que puedes hacer un esfuerzo para reducirlas al mínimo.
  2. Pide ayuda. Si quieres reducir obligaciones y tareas lo que necesitas es ayuda. Ayuda activa o pasiva. La ayuda activa es que otro haga las cosas por ti (que tu esposo haga la cena), la ayuda pasiva es que las demandas de las personas que no son el bebé disminuyan (que tu esposo cene fuera o la compre y la traiga a casa).
  3. Haz las cosas con tu bebé pegado. A mi me sirvió muchísimo utilizar un fular de porteo, pero existen otros métodos. Con ellos el bebé está tranquilo mientras tú haces otras cosas (sí, ir al baño puede ser una de ellas).
  4. Descansa todo lo que puedas. Descansar tiene que ser tu prioridad número dos (la número uno es tu bebé). Si estás descansada tendrás menos estrés y tu sistema de supervivencia no se activará. Todas tenemos más paciencia cuando estamos más descansadas.
  5. Practica un sistema de cambio de estado emocional instantáneo. Muchas veces perderás el control y te desesperarás. Practicar e incorporar una forma de cambiar tu estado emocional lo más rápido posible te ayudará a retomar la situación y reconducirla para hacerla más equilibrada para todos. Abajo te puedes descargar mi método “Cambia tu estado emocional en 10 segundos” de forma gratuita. Ha ayudado a cientos de personas a retomar el control. Tú también vas a poder.

 

 

Si te ha gustado este post ayúdanos a apoyar a otras mamás compartiéndolo. También me encantará saber qué te ha parecido poniendo tu opinión abajo en el espacio para comentarios. Y recuerda que puedes hacerme cualquier consulta que necesites.

Gracias por tu inspiración.

Te mando un abrazo

Cuando ser una buena mamá puede no ser tan bueno para tu bebé

Todas las mamás del mundo queremos ser una buena mamá. Ser buena mamá parece una finalidad ideal, independientemente de lo que signifique para ti. Quizá para ti la buena mamá es la que lleva los niños limpios, o la que tiene hijos que nunca hacen berrinches, o la aquella cuyos hijos comen bien, la que les lava los dientes tres veces al día, la que alimenta a sus hijos con la lista de nutrientes en mano, la que los ha educado para que se porten bien, la que tiene la comida a punto, la ropa lavada y planchada y puntualmente va a recoger a sus hijos del colegio y tiene todo listo en casa… Todas estas descripciones están bien, no hay nada de malo con ellas. Todas tienen el objetivo de dar lo mejor a los hijos y eso es perfecto.

Entonces ¿Por qué no es tan bueno ser una “buena mamá”? La buena mamá tiene algunas consecuencias muy negativas tanto para ti como para tus hijos. Primero porque la buena mamá no existe. Es una meta imposible de alcanzar. En segundo lugar porque la buena mamá siempre actúa para los de fuera. Parece que si nuestro hijo come todo lo que le ponemos, duerme toda la noche, dice gracias, se deja peinar y da besos a los familiares hemos hecho un buen trabajo. Nada más lejos de la realidad.

La buena mamá tiene algunas consecuencias muy negativas tanto para ti como para tus hijos

En tercer lugar porque lo normal es que las cosas no salgan como hemos previsto: en algún momento no vamos a estar a ese nivel, vamos a perder los nervios, en algún momento los niños van a necesitar algo que es contrario a lo que nosotras decidimos que era lo mejor para ellos, o vamos a querer que pase en un momento en el que ellos quieran hacer otra cosa. Cuando esto pasa, y pasa muchas veces, aparece el conflicto. A veces el conflicto es interno: tu mente te azota diciendo que lo has hecho mal, que deberías haber hecho otra cosa, o algo de otra manera. Ya sabes de lo que hablo. Otras veces el conflicto es con el niño. Entonces comienza una lucha de poder en la que a veces ganas tú y otras veces todo se sale de control y estalláis en mil pedazos. Ambas situaciones crean estrés y el estrés te saca del equilibrio que hace que tu día fluya.

¿Por qué ocurre esto? Cuando queremos ser una buena mamá estamos siguiendo creencias y dictados externos, no estamos fluyendo con el aquí y ahora de la realidad de lo que está pasando. Perdemos de vista a nuestro hijo y a sus necesidades, gustos y preferencias. No estamos respondiéndole de una forma sensible. Y de eso se trata.

Cuando queremos ser una buena mamá estamos siguiendo creencias y dictados externos, no estamos fluyendo con el aquí y ahora de la realidad de lo que está pasando

El prestigioso psicólogo Donald Winnicott, cuando definió la relación psicológicamente sana entre madre e hijo, ni siquiera habló de “buena mamá” sino de una “mamá lo suficientemente buena. Suficientemente buena significa atenta a las necesidades del niño y sensible ante ellas, es decir, que detecta y responde a esas necesidades. ¿Todas las veces? No todas, las suficientes. La mamá suficientemente buena no tiene que seguir un estándar, este experto no habla de reglas, normas, pasos a seguir, sino que habla de “sensibilidad” a las necesidades del bebé. 

Otra prestigiosa y célebre psiquiatra infantil, Mary Ainsworth quien colaboró considerablemente a desarrollar la teoría del apego comenzada por John Bowlby, afirma lo siguiente como conclusión de su estudio denominado La situación extraña (ver video) sobre las habilidades de las mamás cuyos bebés tienen un apego seguro a las que denomina altamente cooperativas:

“…la tercera escala se ocupa de características maternas generales del tipo cooperación-interferencia. Las madres que son de interferir mucho, no respetan la autonomía del bebé y la separación esencial entre ambos. Trata de controlarlo y de darle forma a su comportamiento, o simplemente sigue sus propias reacciones y sin la consideración por los los deseos o el proceso de actividades que desarrolla el bebé. La madre altamente cooperativa respeta a su bebé como una persona separada y planifica evitar situaciones en las cuales necesitará interferir con sus actividades o llegar a tener que ejercer un control directo sobre él. Cuando debe intervenir, es muy hábil en sintonizar el modo o la manera que el bebé es persuadido que él desea hacer lo que ella necesita o desea…”. (M. Ainsworth, La situación extraña)

Me dirás, sí, pero cuando es la hora de salir es la hora de salir. Estoy totalmente de acuerdo. Muchas veces la vida es imperativa. Pero otras veces no. Si analizamos cada situación por separado, si nos preguntamos qué es imprescindible e inamovible y qué no, nos daremos una sorpresa. Es cuestión de priorizar lo importante.

El problema es que no tenemos conciencia de lo importante que es minimizar los momentos de conflicto y tensión con tu hijo. La base de su determinación y de autoestima se fragua en los primeros años de vida mediante sus interacciones contigo. Él sabrá que tiene derechos, capacidad de decisión, que merece atención, reconocimiento y amor incondicional (hasta cuando se porta “mal” o hace berrinche) y estará en contacto con sus necesidades, en la medida en que tú le des “permiso” para decidir, negarse, preferir, expresar sus emociones (el enfado o enojo también es una emoción), y que no pasa nada si se equivoca. Eso lo aprenderá de la convivencia contigo.

Él sabrá que tiene derechos, capacidad de decisión, que merece atención, reconocimiento y amor incondicional (hasta cuando se porta “mal” o hace berrinche) y estará en contacto con sus necesidades, en la medida en que tú le des “permiso” para decidir, negarse, preferir, expresar sus emociones (el enfado o enojo también es una emoción), y que no pasa nada si se equivoca

Pero lo más importante de todo es el amor incondicional: que tu hijo aprenda que pase lo que pase, si no se lava los dientes, incluso si se le caen, si es más tonto, flaco, torpe, perezoso, flojo, enojón o lo que sea que exprese está bien porque él es perfecto como es y lo que hace es sólo una pequeña parte de lo que él es. Ya sabemos que tú lo amas incondicionalmente pero no te das cuenta de que cuando mantienes un conflicto con él le estás transmitiendo lo contrario: si no haces lo que yo digo o espero me enfado, me pongo triste, me defraudas.

Ya sabemos que tú lo amas incondicionalmente pero no te das cuenta de que cuando mantienes un conflicto con él le estás transmitiendo lo contrario: si no haces lo que yo digo o espero me enfado, me pongo triste, me defraudas

Lo más paradójico es que los momentos más importantes para crear un apego sano y una relación satisfactoria con tu hijo son los momentos de estrés, cuando queréis cosas diferentes, cuando tienes que tomar la decisión entre ser una buena mamá que alimenta correctamente a su hijo, que le lava los dientes a diario, que llega puntual a la escuela, que los lleva perfectamente limpios, peinados y aseados a pesar de que tu hijo está jugando, cansado, explorando, de mal humor, feliz en otras cosas etc. Es en esos momentos de “conflicto” cuando si estamos atentas y ponemos límites a esa “buena mamá” para dejar actuar a la “mamá suficientemente buena” de Winnicott cuando podremos ofrecer una respuesta sensible a la necesidad del niño y transmitirle que es importante para nosotras, más importante que los dientes limpios, el pelo peinado, que lleve zapatos o que hacer la compra.

Y sí, yo se que a veces no se puede, entonces hay que negociar, convencer, despistar, aplazar, etc. Convierte estos momentos tan valiosos en oportunidades “ganar-ganar”, en la que todo el mundo gana y nadie pierde. Estas medidas de “negociación” no solamente evitarán el conflicto, sino que le estarás enseñando a tu hijo herramientas imprescindibles para la vida que no son autoritarias. Eliminarás el “porque yo lo digo” o el “porque yo soy tu madre”, que en su adolescencia se convertirá en rebeldía y en una necesidad básica de autodeterminación que no tuvo en su infancia.

Convierte estos momentos tan valiosos en oportunidades “ganar-ganar”, en la que todo el mundo gana y nadie pierde. Estas medidas de “negociación” no solamente evitarán el conflicto, sino que le estarás enseñando a tu hijo herramientas imprescindibles para la vida que no son autoritarias

¿Y entonces qué puedo hacer?

El primer paso es poner límites a tu “buena mamá” interior. No es que sea mala, lo que está mal es que ser una buena mamá sea un fin en si mismo, en lugar de un medio para el verdadero fin, que es el bienestar de los niños.

 

¿Cómo lo hago?

1. Aprende a detectar cuando la “buena mamá” toma el control. El conflicto y el enfado de tu hijo pueden ser buenas señales. Un berrinche es una señal de que ya has ido demasiado lejos con él.

2. No hace falta que corrija a “la buena mamá” en ese momento, sólo toma conciencia de ella actuando, se corregirá sola cuando la vayas aprendiendo a verla.

3. Valora la importancia real de lo que quieres hacer. ¿Es tan importante lo que quiero imponer? ¿es imprescindible que tengamos que hacer esa actividad en ese momento?. Plantéate ¿es tan grave que no se bañe hoy? ¿es tan grave que no se coma ahora el brócoli? ¿es tan importante que no coma brócoli nunca más?

4. Ensaya herramientas ganar-ganar: negocia, despista, ofrece alternativas…

5. Cede. No es una competencia. Cuando cedes también ganas. Enseñas a tu hijo que ceder también es una opción y que no pasa nada. Que uno no siempre tiene la razón. Al fin y al cabo, así es la vida y queremos prepararles precisamente para la vida real.

 

 

Si te ha gustado esta entrada me encantaría que la compartieras o le dieras un like. También me gustaría mucho saber tu opinión y que escribieras en los comentarios. Todos son publicados, los positivos y los negativos. Me ayudarán mucho para saber cómo apoyarte mejor.

Y recuerda: ¡lo estás haciendo muy bien! ¿Cómo lo se? Porque estás aquí, leyendo esto, ocupándote de ti, de mejorar, de darle lo mejor a tu bebé.

Te mando un beso.

La crianza con apego no debería existir

La crianza con apego está de moda. Hay cientos de grupos en Facebook, blogs, páginas y páginas sobre este tema Pero ¿qué es el apego?

Me gustaría empezar por lo que no es. El apego NO es portear al bebé, ni hacer colecho, ni amamantar hasta los cinco años. El apego no tiene nada que ver con estas prácticas. Una mamá puede amamantar, hacer colecho, portear y aun así no estar favoreciendo un apego seguro en su bebé.

El apego es algo que el bebé hace cuando nace: apegarse. Se apega a la figura maternante que tiene a la mano. Normalmente la madre. Es un instinto más como llorar cuando le pasa algo, un reflejo más como el de succión, el del moro, el de extrusión y todos los demás. ¿Y por qué lo hace? Para sobrevivir. Si no hubiera nacido con la capacidad de apegarse o esa capacidad estuviera condicionada, entonces, el ser humano se habría extinguido hace miles de años.

Entonces, ¿a qué viene tanta historia con el apego? ¿No hay que hacer nada para que un bebé se apegue? La respuesta es que no, no habría que hacer nada. De hecho decir crianza con apego no tiene sentido, debería ser una redundancia, como decir subir arriba. El bebé nace y se apega. Se apega con un chupón, se apega con una mantita, con un osito de peluche. ¿Por qué no se apega a su madre? ¿por qué hay tantos niños y adultos con problemas de apego?

El problema con el apego no es el niño que acaba de nacer. El bebé se apega y ya. Pero, como para pelearse, para apegarse también hacen falta dos: un bebé y una figura maternante. Aquí está la cuestión. La madre tiene que ejercer de figura a la que apegarse y esto es lo que dificulta el apego seguro. Si no hay nadie a quien apegarme, no puedo hacerlo.

Nosotras las mamás hemos perdido el instinto de apego. Nuestras madres ya lo habían perdido. Se limitaron a sobrevivir emocionalmente y no había más que nos pudieran ofrecer. Esa distancia emocional con nuestra propia mamá hizo que nosotras tuviéramos que sobrevivir sin el apego seguro que tanto anhelamos para nuestros hijos.

La falta de contacto físico, de sustancia materna (como diría Laura Gutman), de confort, de contención emocional, de apoyo incondicional, de presencia, de ternura, de disponibilidad, del que carecimos de niñas, es el mismo del que carecemos ahora de adultas. La cosa no fue muy diferente en nuestra infancia.

Crecimos en la distancia emocional como pudimos. Pero ahora somos mamás y revivimos nuestras historias de apego inseguro de nuestra infancia. Queremos darle lo mejor a nuestros hijos, les cargamos, les damos la teta, leemos el libro y lo seguimos a pies juntillas. Y aun así nuestros bebés siguen demandando mamá y no entendemos qué más tenemos que darles. Según crecen los problemas de apego se hacen más evidentes. No digamos en la adolescencia.

¿Y qué pasó? ¿Qué faltó? Faltó figura maternante. Faltó presencia, disponibilidad, blandura, disponibilidad emocional, aceptación incondicional. Faltó cuerpo, calor, movimiento, ternura.

¡Pero si yo le di todo! Exacto. Le diste todo lo que tenías. Y no se te puede pedir más. Le diste todo lo que estaba en tu mano. Y eso te hace la mejor mamá que tu bebé pudo tener.

El problema del apego es en realidad un problema de consciencia. De falta de consciencia sobre nuestras propias carencias infantiles. Sobre nuestra falta de maternaje. Sobre nuestra falta de modelo materno. Ese es el modelo que deberíamos tener introyectado en nuestro ser. Pero en lugar de ese, tenemos el otro. ¿Somos culpables? No. ¿Somos malas madres? No. ¿Nuestras madres lo fueron? Claro que no. Tuvimos la mejor madre que pudimos tener bajo las circunstancias en las que se formó. Somos la mejor madre que podemos ser en las circunstancias en las que devinimos madres.

¿Cómo puedo crear un apego seguro en mi bebé? Primero tomando conciencia de tus propias carencias emocionales. Luego de tus propias limitaciones como madre. Reconocerlas y aceptarlas tal y como son. Sin pretender se mejor de lo que eres, pero sin esconderlas tampoco. Después poniendo mucha consciencia sobre ellas, dándote permiso para fallar, para ser humana y así poder volver hacia tu interior. Hacia lo que sí hay. Mirar a los ojos a la sombra y decir: ok, está bien, pero es hora de dar un paso hacia adelante.

Un gran paso es reconocer que tu bebé está bien, que sus reclamos son legítimos. Que si me necesita es porque no me tiene, o no me tiene lo suficiente. Pero que si él así lo reclama, él está en lo cierto, porque él todavía está bien. Obligarlo a dormir solo, a comer lo que no quiere, doblegarlo, someterlo a la voluntad de terceros (familia, doctores, etc.) es repetir el círculo.

La crianza así es más difícil para nosotras. Pero se lo debemos a nuestros hijos. Somos una generación que queremos dar lo que no hemos recibido. Esto nos honra. Somos mamás vórtice. Estamos aquí para cambiar el mundo, queramos o no. Ya lo hicieron antes las que reclamaron los derechos para las mujeres. Las que nos dieron la capacidad de votar. Ahora nos toca a nosotras defender las necesidades de nuestros hijos. Reconocer que yo también necesito estar 24 horas al día con él, sin vergüenza. Y reconocer también que ya no soporto más estar con él, sin culpa. Sacarle de las fauces de un doctor desconsiderado. Llevarlo a mi cama aunque su propio padre no lo entienda.

El porteo, el colecho, la lactancia son herramientas que nos pueden ayudar a que la vida pegadas a nuestro bebé sea más fácil y más agradable. Nos ayudan a conectar con nuestro bebé, pero sobre todo nos ayudan a conectar con nosotras mismas, con nuestro ser esencial, con nuestro instinto maternal. Pero muchas veces lo que encontramos en la conexión no es lo que esperábamos. A veces encontramos incomodidad, rechazo por el bebé, somos incapaces de dar una gota más de nosotras mismas. Esto no es porque somos malas madres, ni debemos sentir culpa. Esto son sólo síntomas, pruebas de nuestra propia falta de maternaje. De nuestra necesidad desmedida que, como un agujero en el alma, drena toda nuestra ternura y capacidad de dar amor.

¿Qué hacer cuando esto pasa? Primero tomar consciencia. Después hablar a nuestro bebé. Decirle lo que nos pasa. Lo que nos pasó. Que estamos ahí para él, pero que necesitamos un momento, un poco de la energía que nos queda para ponernos una vendita y seguir entregándole lo que tenemos. Que no nos vamos a ir a ningún sitio. Que estamos y estaremos para ellos. Ellos lo entenderán.

Y en cuanto podamos pedir ayuda. Gritar ayuda. No a nuestro esposo o a nuestra mamá. Ellos no sabrán ni de qué les estamos hablando. Me refiero a grupos de mujeres en nuestra misma situación y también a ayuda profesional especializada. Hay muchos expertos en inteligencia emocional, en sanar infancias desde adultos, psicólogos especialistas en apego, terapia de familia, constelaciones familiares, coaching para mamás, terapia de sanación emocional, biodanza, a cualquier terapia que te reconecte con tu ser. No importa qué terapia tomes. Pide ayuda, acepta ayuda.

Ahora es un momento fundamental en la vida de tu bebé, pero aunque ya haya pasado el tiempo, nunca es tarde para sanar.