Límites para prevenir el abuso

No hago más que ver posts de cómo manejar berrinches, de cómo poner límites, de cómo disciplinar (aunque sea de forma positiva) y al mismo tiempo leo más y más noticias terribles de abusos hacia los niños, sexuales y no sexuales, y veo más comportamientos intolerantes y poco respetuosos hacia los niños. ¿Tendrá que ver? Yo creo que sí.
Sobre todo necesitamos proteger a nuestros hijos
En el mundo nos encontramos todo tipo de seres en diferentes condiciones mentales. Es lamentable, pero así es.
El problema es que no podemos estar ahí el 100% del tiempo para protegerles.
¿Entonces? ¿Qué hacer?
No podemos estar ahí el 100% del tiempo para protegerlos
Debemos enseñar a nuestros hijos a distinguir lo que está bien de lo que está mal para ellos, para que diferencien cuando alguien viene de buena fe y cuando no.
Y la clave está en que estén conectados con lo que está bien o mal para ellos y se den permiso para actuar en consecuencia.
Cuando ya tienen ocho o diez años uno les puede explicar: mira, es tu cuerpo y no debes dejar que nadie lo manipule, si algo te parece mal no lo hagas, si te pasa algo ven y cuéntamelo, yo te protegeré.
Los niños de esa edad comprenden y si tienen confianza contigo, si les has escuchado y atendido sus demandas, seguramente te cuenten que algo anda mal.
Antes de los tres años, los niños son más vulnerables. Pero la buena noticia es que también son más conscientes de lo que está bien y mal para ellos y si somos cuidadosos con nuestros mensajes hacia ellos, lo expresarán abiertamente.
La edad de cero a tres años es mágica. Es donde se fundamentan la autoestima, la empatía, los valores, donde un niño se forja la identidad, sus fortalezas y sus debilidades para toda la vida
Esta es la buena noticia. Lo que aprenda ahora sobre sí mismo le acompañará el resto de su vida. ¿Y por qué esto es importante? Porque los mensajes que les trasmitamos marcarán su autoconcepto, su sensación de seguridad y de valía.
Si acostumbramos a nuestros hijos pequeños a hacer caso a sus sensaciones e intuiciones, si les escuchamos cuando no quieren hacer algo hasta averiguar cuál es el problema, estaremos dejando intacta esa capacidad y conexión interior innatas.
El problema es cuando abusamos de decirles o mostrarles que nosotros “sabemos” que es mejor para ellos, porque entonces, lo que les trasmitimos es que lo que ellos sienten no vale, que es más válido lo que alguien externo les dice que es la verdad.
Tenemos que pensar que nosotros les enviamos al colegio o a otras actividades donde interactúan con otros adultos. Al hacerlo, les damos el mensaje, a veces explícito, de que tienen que obedecerles y portarse bien.
Cuando esos adultos no tienen buenas intenciones, se produce un conflicto en el interior del niño, que quiere obedecer a nuestro mandato, pero siente que eso que está pasando no está bien.
Un niño de menos de tres o cuatro años no tiene la capacidad de discernimiento, pero sí podemos enseñarles que si para ellos algo no está bien, entonces no está bien y que debe expresarlo.
Para eso debemos dejar que expresen su descontento libremente, ya sea ante nosotros, con familiares y amigos o con personas de la escuela.
Lo normal es que lo hagan, que se resistan a algo que no les gusta, pero va a depender mucho de los mensajes que les hallamos trasmitido sobre obedecer y cómo comportarse con otros adultos.
Lo importante es que les dejemos claro que:
- SI ELLOS CREEN QUE ALGO ESTÁ MAL, ENTONCES ESTÁ MAL, y que nosotras estamos ahí para ayudarles a resolverlo
- SI NO LES GUSTA ALGO NO DEBEN HACERLO. Luego podemos hablar con ellos de por qué no les gusta y ver alternativas con ellos. Pero siempre debemos escucharles.
- SI NO ME GUSTA ALGUIEN O ALGO NO TENGO QUE TOLERARLO. A veces “obligamos” a los niños a dar besos, a no protestar cuando les tocan aunque sea cariñosamente, a no poner una mala cara a un adulto… Y eso es un mensaje que en una situación de abuso puede confundirlos.
- MI MAMÁ SIEMPRE, SIEMPRE SIEMPRE ME VA A ESCUCHAR. Si siempre le escuchamos, entonces nos contará las cosas. Si a veces le escuchamos y a veces no, dejará de hacerlo. Si pensamos, o a veces incluso les decimos, que lo que les pasa son tonterías, dejarán de hablarnos.
- MI MAMÁ ME va a DEFENDER. Y si le escucho me pongo en su lugar y le doy su parte de razón. Luego ya le explicaré y le daré alternativas, pero ellos siempre deben saber que estás de su lado
Espero que nunca se presente una situación desagradable en la vida de tu hijo o hija, pero si afianzamos su confianza y su asertividad, estoy segura de que les estaremos ayudando.
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Gracias por leerme.
Les mando un beso
Eva Martínez