Objetivo volver al equilibrio

3654349493_7f6eabc6a0_zA veces pienso que este blog debería haberse llamado criando en la cuerda floja… ¿Te has sentido así alguna vez?

Quizá sí es verdad que el equilibrio esta sobrevalorado. Que después de años de salir de fiesta por ahí en las noches, a las mamás y a los papás nos da por querer dormir justo cuando tenemos hijos.

Es verdad que la maternidad es la época más caótica de la vida. Es cierto, pero creo que el equilibrio no está sobrevalorado, sino que está mal entendido.

El chiste del equilibrio no es permanecer en él, cuál estatua de mármol. Eso es imposible y además es muy aburrido. La cosa está en regresar al equilibrio, una y otra vez, con todo lo que la vida te trae cada día.

El esposo, el bebe, la suegra, la lluvia, el tráfico, la prima que acaba de tener un bebé… Con todo y con eso, ahí vamos. De eso se trata este blog: de aprender a ir con lo que hay.

La cosa está en regresar al equilibrio, una y otra vez, con todo lo que la vida te trae cada día.

¿Y por qué ahora, en la maternidad? Porque en otros momentos podíamos o creíamos poder controlar, más o menos. A mí misma, al otro, las circunstancias… Pensábamos que podíamos trabajar duro, organizarnos, planificar… Pero con la maternidad esa ilusión de control se esfumó como nube de verano. Si ya tienes a tu bebé ya sabes que cualquiera que sean tus planes, cualquiera que sea tu propósito y tu voluntad, seguro no tendrá más que ver con la realidad que una película de marcianos. Y si no tienes a tu bebé aún, dentro de poco sabrás de lo que te hablo.

Ahora es una cuestión de pura supervivencia, mental, física, emocional, de nuestra vida en pareja y agregados. Pero esa no es la razón más importante para que te pongas manos a la obra. Lo mejor de este momento es que ahora tenemos al mejor maestro del mundo allí 24 horas mostrándonos el camino: nuestro bebé. Ellos son maestros del aquí y ahora.

Mi hija tiene las cosas muchísimo más claras que yo. Cuando tiene hambre llora. Pide lo que necesita. Si se aburre se pone a otra cosa. Si ya no le interesa algo, abre su mano y lo deja caer. Si tiene sueño duerme, pero si no lo tiene…

…ahora tenemos al mejor maestro del mundo allí 24 horas mostrándonos el camino: nuestro bebé. Ellos son maestros del aquí y ahora

No sé si a ti te pasa, pero yo no soy capaz de todo eso. Mi cabeza se llena de lo que estará bien y lo que estará mal, de lo que toca, de lo que yo u otro tenía previsto, de qué pensaran de mi. De lo qué hice o no debería haber hecho ayer. De lo que debería hacer o lo que voy a hacer mañana. ¿Y mientras? Mientras la vida pasa mirándome de reojo, con la sonrisa sarcástica de quién sabe que al final se saldrá con la suya.

Así que este es mi propósito: aprender a vivir la vida de otra manera. Oler las flores. Aprender cuando toca hacer y cuando no. Observar a mi maestra (mi hija) con ojos limpios de prejuicios y condicionamientos. Desaprender lo absurdo de esta vida y que tan a fuego tenemos metido.

La vida pasa, todo pasa. Lo único seguro en la vida es la impermanencia. Nada se queda como está. Y va rápido. Mi hija ya no será la misma mañana, dentro de un rato. En un abrir y cerrar de ojos será una adolescente y luego se convertirá en adulta y me dirá adiós, formará su vida y su familia. Y así debe de ser.

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…este es mi propósito: aprender a vivir la vida de otra manera. Oler las flores. Aprender cuando toca hacer y cuando no

Mientras están ocurriendo los problemas, las enfermedades, las molestias, parece que no se van a acabar nunca. Pero si aprendemos a soltar y a vivir el momento, a tomar la vida tal y como viene mientras resolvemos lo que podemos, estaremos un abismo más cerca de la paz mental que tanto anhelamos.

 

Como una vez leí a Paulo Coelho, aunque no nos demos cuenta, somos como los malabaristas, que después de lanzar las bolas al aire, hacemos nuestra pirueta y ya sólo nos resta poner las manos, y esperar que Dios esté de acuerdo con nuestro plan para que vuelvan a caer en ellas.

Si te parece te invito a recorrer este viaje de autodescubrimiento conmigo. Porque tu bebé se merece una madre consciente y en equilibrio que le de alas para volar. ¿Me acompañas?

 

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