
¿Cómo dejar de perder la paciencia con mi hijo? Es la pregunta del millón. A todas nos gustaría dejar de perder la paciencia con nuestros hijos ¿verdad?
Conseguirlo parece ciencia ficción pero no lo es. Dejar de perder el control con nuestros hijos es posible.
Las madres tenemos muchas presiones: llegar a tiempo, el trabajo, la casa, las responsabilidades que tienen que ver con los hijos: tareas, extraescolares, lunch, uniformes, cuotas, enfermedades, y la lista sigue (de las que los padres no se hacen cargo casi nunca).
Es una presión extraordinaria. La mayor carga de trabajo la llevamos nosotras. Pero es sobre todo es mental.
Tenemos que ir cada día, cada hora un paso o dos por delante de todos para llegar a todo. Es demasiado.
Puedes ver en este enlace mi post: “Quiero llegar a todo pero no soy feliz”
¿Tú también crees que piedes la paciencia con tu hijo o hija demasiado?
Si una pequeña cosa no sale como debiera, puede arruinarnos todo el día.
Queremos hacer demasiadas cosas y eso nos tiene en estrés permanente. Nuestro cerebro está en estrés permanente.
Cuando estamos estresadas, nuestro organismo cree que estamos bajo amenaza. Es un mecanismo de auto defensa que se desarrolló en la época de los primero humanos allá en las cavernas.
En ese momento, la sensación de amenaza es tan real como ahora. La diferencia está en que antes, lo que podía acabar con nuestra vida era un tigre dientes de sable o no encontrar suficiente comida para nuestra familia.
La mayor carga de trabajo la llevamos nosotras
Con ese tipo de amenazas nuestro cerebro es muy efectivo: manda adrenalina a la sangre para mantenernos más alerta, desactivaba el sistema inmunológico para tener más recursos, aumenta la presión sanguínea y el ritmo cardiaco para activar la respuesta inmediata de lucha, huída o parálisis (para que el tigre piense que estamos muertas y pierda el interés).
El problema es que la mayoría de las amenazas del siglo XXI no tienen ese aspecto físico e inmediato, son más psicológicas y emocionales. Son cosas que pueden pasar o no, en un futuro menos inmediato que si nos encontrásemos con un tigre, pero que no nos van a matar.
Pero nuestro cerebro se encuentra en el mismo estado de lucha – huída – parálisis. Y si pasamos mucho tiempo en este estado, hasta podemos “quemarnos”, o más técnicamente hablando, podemos sufrir el síndrome del burnout de las madres

Cuando nuestros hijos no se han vestido y nos damos cuenta 20 minutos después de habérselo pedido, cuando ya no hay tiempo y eso nos va a hacer llegar tarde, nuestro organismo lo toma como una amenaza y ataca.
Ese ataque cuando nos salta “el automático”, lo sentimos como “falta de paciencia”. Y es así.
¿Quieres saber si tienes el síndrome del burnout de las madres? Mira esta entrada de mi blog “¿Estás quemada como mamá?”
¿Qué pasa cuando el “automático” toma el control?
No podemos responder de forma amorosa porque nos sentimos atacadas o desafiadas por nuestros hijos. Y atacamos de vuelta.
Esto pasa cuando se niegan a comer, cuando se portan mal, cuando les hemos dicho las cosas mil veces y siguen a lo suyo. Interiormente lo vivimos como una amenaza y nos disparamos.
Conscientemente sabemos que no es una amenaza y que no es la mejor forma de resolverlo, pero no podemos evitar saltar y ponernos agresivas con ellos. Perdemos la paciencia y nos ponemos a gritar.
Esto es una realidad: no podemos hacer nada cuando el mecanismo ha saltado.
Pero lo que sí podemos hacer es evitar llegar a ese estado en el que nos salimos de control.
¿Cómo podemos dejar de perder la paciencia con nuestros hijos?
En primer lugar evitando el estado de estrés en el que estamos.
Quizá no podamos controlar nuestro entorno, pero sí podemos ponernos en modo solución en lugar de rumiar el problema continuamente sin llegar a ninguna parte.
Para conseguirlo, tenemos que ser conscientes de nuestros pensamientos, lo que nos está pasando por la cabeza continuamente, y nuestro nivel de energía.
Cuando estamos cansadas también es muy difícil controlar el “automático”.
Estar siempre bien, que no nos afecten los problemas y tener siempre el humor y la energía para resolver los problemas racionalmente se escapa de nuestro control. Lo sé.
Pero es uno de los grandes errores que cometemos las madres que queremos educar desde el respeto y nos pasa factura. Hace unos días hice un video para hablar precisamente de Cuál es el mayor error de las madres de la crianza respetuosa
Por eso resolver los problemas, pidendo ayuda profesional o lo que haga falta, siempre es atajar el problema de raíz. Evitaremos más problemas a medio plazo y dañar a nuestros hijos si lo hacemos.
Tener momentos de descanso o de desconexión también es fundamental para preservar nuestra salud mental.
Hacer una actividad física al principio o a la mitad del día, parar para simplemente no hacer nada o ir al parque con los niños para verlos jugar son opciones que pueden marcar la diferencia en nuestro día y nuestra paciencia. Aunque si el problema de fondo sigue sin resolver, atacará de nuevo cuando menos lo esperemos.
Pero ¿por qué que nuestro cerebro ve a nuestros hijos como una amenaza?
Cuando estamos en estado de estrés, tenemos prisa o simplemente estamos cansadas, el más mínimo rechazo por parte de nuestros hijos o hijas, un berrinche o simplemente su desobediencia pueden causar que explotemos.
Para que nuestro sistema no los catalogue como una “amenaza”, necesitamos darnos cuenta de que su comportamiento es simplemente una forma de comunicarse con nosotras, de decirnos qué es lo que necesitan en ese momento.
Esa necesidad suele ser contraria a lo que nosotras necesitamos que hagan. Y aquí empieza el conflicto
¿Entonces es posible dejar de perder la paciencia con mi hijo?
La respuesta es que debemos entender el por qué de su comportamiento. Todo comportamiento es una forma de comunicación.
Pensamos que si se portan “mal” tenemos que corregirlos y ya está. Y esto es así, pero debemos hacerlo sabiendo primero qué nos quieren decir, qué les está pasando en realidad, y hacerlo de forma respetuosa, firme pero sin perder el control de nuestras propias emociones.
el 100% de las veces la causa de esto es que no estoy usando las palabras y las herramientas adecuadas para que haga lo que quiero
Nuestros hijos intentan decirnos qué necesitan, qué no estamos viendo y qué estamos haciendo de forma que ellos no entienden lo que queremos de ellos.
Cuando sentimos un rechazo, una negativa o una pelea con lo que les pedimos o les decimos, entonces, el 100% de las veces la causa de esto es que no estoy usando las palabras y las herramientas adecuadas para que haga lo que quiero o que no estoy teniendo en cuenta sus necesidades.
Si no entiendo esto, mi sistema interpretará erróneamente el comportamiento de mi hija o hijo de forma equivocada y lo etiquetará como una amenaza, algo de lo que tengo que defenderme inmediatamente. ¿Te has sentido alguna vez así?
Hacer que esto no te pase, puede ser simple: si no te sientes atacada, no responderás agresivamente.

Nuestros hijos casi nunca quieren atacarnos, sino defenderse de nosotras. La próxima vez que tu hijo se revele piensa que se está defendiendo de ti. Ese pensamiento te pondrá automáticamente en modo “solución”, “disculpa” o “búsqueda de otra solución”, pero nunca más de ataque.
Nuestros hijos casi nunca quieren atacarnos, sino defenderse de nosotras
Una vez que sabes qué está queriendo decirte tu hija o hijo, cuáles son sus mecanismos para defenderse de tus demandas, serás capaz de encontrar las herramientas que sí funcionan para corregir su comportamiento de forma que no se sienta amenazado por tí, ni tú por él o por ella.
¿Qué pasa si pierdes la paciencia con tu hijo o hija constantemente?
Si no hacemos este ejercicio, la desobediencia por su parte y la pérdida de paciencia por la nuestra se convierte en una dinámica familiar negativa. Esto es, una costumbre, un juego perverso que se va retro alimentando cada vez que pasa.
Ella no hace caso, tú lo repites una vez, dos, tres, cuatro, hasta que empiezas a hablar y ella aun no hace caso, te mira de reojo y tú te sientes amenazada, entonces pierdes la paciencia y tu única respuesta es gritar, castigar o lo que sea. Entonces es cuando ella sabe que va en serio. Pero hasta entonces no.
Si esto se repite, ya habremos creado la dinámica.
¿Cuál es la clave para romper una dinámica familiar negativa?
Primero darte cuenta de ella.
Segundo saber qué no estás viendo, qué te quiere decir tu hijo con su comportamiento y qué herramientas debes aplicar que sí funcionan
Tercero: repetir y repetir hasta que tu automático se acostumbre a esa forma de hacer las cosas y tu hija o hijo sepa que sí entiendes y sí le tienes en cuenta y que puede cambiar su forma de comportarse porque ahora sí sabe obtener lo que necesita de forma adecuada.
Pero debes repetir lo que sí funciona, no la dinámica negativa, porque lo que repitas es lo que se instalará ayudando o cargándose la armonía y el buen ambiente en tu familia.

El resultado es que no sólo tu automático habrá cambiado de ser negativo a ser un comportamiento positivo con el que actuarás con paciencia, sino que “automáticamente” sabrás resolver el problema de forma constructiva en vez de enfadándote y gritando sin querer hacerlo.
La conexión y la relación con tu hija o hijo se afianzarán y, por fin, tendrás las herramientas para restaurar la armonía en tu familia.
¿Quieres que te ayude a conseguir ser la mamá que quieres para tu hijo?
Puedes descargar mi guía gratuita (en el formulario abajo) o enviarme un correo a eva@mamaenequlibrio.com para contarme tu problema y te ayudaré sin compromiso.
Ahora que sabes cuáles son las claves para dejar de perder la paciencia con tu hijo, por favor, comparte este post si te ha gustado o déjame un comentario.
Muchas mamás que estén pasando por lo mismo te lo agradecerán.
Gracias por las recomendaciones. Lo tendré en cuenta.
Hola María, gracias por tu comentario.Seguro que te vendrán bien, pero si quieres ayuda adicional puedes mandarme un correo y contarme tu problema 😘
Muy buen post. Con recomendaciones precisas y explicadas sin tanta arandela.
Me encanta que te haya gustado. Las madres andamos hartas de promesas vacías. Necesitamos apoyo claro y concreto. Misión cumplida! Un abrazo!
Hola Eva, te acabo de leer y me ha gustado tu recomendación.
Soy mamá separada de una niña de 8 años. La relación con el padre es muy buena y hasta ahora con mi hija también.
Pero durante este verano estoy siendo consciente de lo mucho que pierdo la paciencia con mi hija. Se me junta también que tras 6 años separada he empezado un poco más a querer vivir la vida como mujer (por decirlo de alguna manera) y esto hace como que vuelque todas las energías que antes empleaba solo para atender a mi hija, ahora lo tengo como volcado en mis pensamientos, en como me siento etc. Soy consciente que tengo que encontrar el equilibrio para poder invertir mis energía en ambas cosas pero no lo consigo.
Se que le estoy dedicando poco a mi hija aunq pase tiempo con ella.
A esto le sumo que veo como mi cuñada es excepcional con mi sobrina incluso con mi hija y yo me siento peor aún. Soy la pequeña de 3 hermanos y durante el verano no dejo de recibir “riñas” de lo mucho que riño a mi hija. Y todo esto al final me hace sentirme “sola” en la educación de mi hija, de no tener un apoyo diario con alguien al lado… Y al final no hago más que sentir culpabilidad y más culpabilidad.
Llega a quitarme el sueño. Trato de empezar un nuevo día mejor pero acabo empeorando lo con algo. Y no sé cómo atajar esto. Antes sentía que tenía el control, con sus más y sus menos pero con control, a día de hoy siento q no se ni como retomarlo y no dejarme llevar por la ira y el enfado con mi hija.
Gracias por atenderme
Hola Lorena. Acabo de ver tu comentario, no sé por qué. Te entiendo perfectamente. Yo también soy mamá separada y recuperando mi faceta de no ser madre. Puede ser un momento en que nos sintamos divididas. Esa división nos hace sentirnos culpables y malas madres, y ese sentir es el que nos presiona y nos hace perder antes los papeles con nuestros hijos. Si quieres hablamos un poco más por privado para ver cómo te puedo ayudar. Un abrazo de ánimo!